Fiel a un espíritu
tolerante pero reivindicativo, el blog no se limita a recibir un volcado de narraciones;
también acude a la glosa para poner de manifiesto cualquier tipo de
eventualidad que, como atañe al caso de los defectos de materiales, nos afecta
de forma directa. Por supuesto que no caben expresiones a través de contenidos
que puedan siquiera aproximadamente a ser tildados de difamatorios, pues ante
todo, siempre se busca mantener un espíritu constructivo dentro de unas normas
mínimas de educación, cordialidad y ajuste proporcionado a la Ley.
Así que desde ya manifiesto que
no hay ningún espacio para el resentimiento subjetivo, ni para los prejuicios
infundados; muy a contrario, me cabe llevar este asunto con moderación, pero
manteniendo el riguroso protocolo analítico que caracteriza a este espacio
divulgativo.
Entrando en el asunto, no sé muy
bien cómo enfocar tan farragoso tema, donde se aúnan sensaciones a la par de sorpresa y de indignación.
En principio vaya por delante mi
respeto a la marca, en la cual he depositado confianza desde principios de los
años noventa. A este respecto, aún mantengo una colección de carretes de
surfcasting en perfecto estado de revista.
Pero el staff de diseño, producción y control de
calidad deberían estar centrados en estos asuntos, pues un problema como el que
veremos no ayuda a mantener un prestigio que tanto cuesta conseguir. Por ello,
en nombre propio (y seguro que en el de todos vosotros) mando este mensaje, "en
una botella largada al vasto océano", para que sea recibido. El objetivo es
claro: que los pescadores, consumidores de materiales de pesca al fin y al cabo,
dispongamos de los elementos adecuados en términos de calidad y precio.
Me resulta inconcebible que este
carrete (Certate 3012 H) de última generación haya pasado los supuestos
rigurosos controles de calidad de Daiwa japan. Si así fuera, esta unidad no
debería nunca haber salido de fábrica. Porque
mi declaración y el vídeo adjunto prueban que hay un problema neto en el proceso de
imprimación de la bobina. No sé a qué es debido, algo que dejaré, en su caso,
para que el fabricante lo determine.
Pero queda claro que es inaudito que esas impresiones en la bobina
se suelten con tanta facilidad. Es un carrete recién comprado, con unos tres
usos, lavado y bien estibado. Al
principio afectó a un número. Me di cuenta y estuve comprobando cómo al mínimo
roce parecía querer levantarse la pintura. Al final, muy a mi pesar, lo puse a
prueba, comprobando que aplicando un suave rascado con la uña, incluso con la
yema de los dedos, se han ido borrando todas.
Todavía puede haber quien piense
que no es un gran problema. Pero desde
mi punto de vista es intolerable: afecta a la presencia, imposibilita su venta como
usado y pone en tela de juicio todo el proceso de fabricación.
Avisado el vendedor (lo pague al
contado, casi 400 euros), al que tengo por persona íntegra y de confianza, me
detalla con rapidez las medidas a tomar, tras consultar con el distribuidor
oficial en España.
Yo iba dispuesto a reclamar la
devolución de importe, pues hoy por hoy me cuesta “perdonar” estas
deficiencias, porque el dinero no cae del cielo y porque mi escala de valores
se tambalea al comprobar estas negligencias.
Al final se restaura la confianza con un trato y
garantía por parte del comerciante. Me quedaré -no sin cierta resignación- con
el carrete (que mecánicamente va muy bien) y lo usaré sin novedad. El vendedor
me asegura que conseguirá la bobina, pero ya no tengo que dejarle el carrete
para comprobaciones (por mi parte, la bobina la pueden enviar al departamento
de investigación de Daiwa Japan o a “directamente a la NASA”)
No deseo esperar a dictamen de ingeniería alguno,
para un defecto de simple comprobación. Me
fío de su palabra, no en vano respeto la integridad de una persona con tantos
años de experiencia. Y es esa fidelidad por la que sigo adquiriendo materiales
de pesca en las tiendas locales.
Así que asunto cerrado, con cierta resignación pero aplicando el pragmatismo. Sé que el vendedor, que ya conoce de primera mano mi disgusto, va a hacer todo lo posible para conseguir satisfacer la
garantía del carrete.